Sigamos un método sencillo, un juego de diccionario para saber cual es el significado del conjunto de palabras de esta pregunta:
Antropología: Dícese de la ciencia que estudia al hombre.
Y después, ¿qué es una ciencia y a que nos referimos con la palabra hombre?
Ciencia: Dícese del conjunto de conocimientos basados en el estudio.
Hombre: Ser dotado de inteligencia y de un lenguaje articulado, clasificado entre los mamíferos del orden de los primates y caracterizado por su cerebro voluminoso, su posición vertical; pies y manos muy diferenciados.
Si unimos éstas definiciones en un solo enunciado, más o menos coherente, ¿cuál sería el resultado?
La antropología, entonces, es un conjunto de conocimientos basados en el estudio de un ser dotado de inteligencia y de un lenguaje articulado, clasificado entre los mamíferos del orden de los primates y caracterizado por su cerebro voluminoso, su posición vertical; pies y manos muy diferenciados.
Esta definición, de alguna manera, cubre en un sentido amplio los contenidos de la antropología; sin embargo, podríamos perdernos en la generalidad de su significado. Veamos por qué. El hombre al cual se refiere la definición anterior, sólo alude a un tipo de cualidades: las de un organismo complejo dentro del reino animal. Este es sólo un aspecto que podría servir para múltiples disciplinas científicas, además de la antropología. Entonces, ¿qué es lo que define específicamente a la antropología?
Lo que la caracteriza es la búsqueda apasionada por comprender al hombre, tanto en el ámbito de su naturaleza biológica, como en el de la naturaleza de sus obras, de lo que hace, de sus relaciones con otros hombres y, aún más allá, es un intento por entender la relación entre estos dos ámbitos, en el pasado, presente y futuro.
Estas obras y relaciones las podemos denominar como cultura. Aclaramos que no nos referimos a "lo culto" como ese conjunto de conocimientos sobresalientes de algunos hombres; sino a una cualidad general de todo ser humano, que va desde la forma de comer, vestir y platicar, hasta las maneras de nombrar a Dios y rendirle tributo. La cultura puede definirse, entonces, como todo aquello que en el hombre no está determinado por la biología y es trasmitido por el aprendizaje y la educaciónii. Esta transmisión de conocimientos tiene la cualidad de dar sentido a todo lo que nos rodea y a nuestra propia existencia.
En palabras de Margaret Mead, renombrada antropóloga estadounidense:
La cultura puede ser vista como un sistema de tradición dentro del cual las crudas sensaciones que se originan dentro del cuerpo –el batir apresurado del pulso, los músculos tensos de la garganta, la mano pegajosa– y aquellos que se producen fuera del cuerpo –la luna que surge lentamente o el rápido destello de un foco eléctrico, la sombra de un árbol, el poste del alumbrado contra un cielo invernal, el grito de un pájaro, la máquina de moler de un camión de desechos– reciben sentido... (Mead, 1975: pág. 112).
Naturaleza y cultura, se convierten así, en los principales protagonistas de la antropología como ciencia del hombre. Proponemos entender por antropología: el estudio del hombre como una criatura de la naturaleza y como un creador de cultura, que se ocupa de la evolución humana en el pasado remoto, de los grupos humanos del presente y de la humanidad futura.
La Antropología y su campo de estudio
Una vez definida la antropología, podríamos cuestionarnos acerca de su historia, de los qués y los cómos, es decir, de las cosas que los antropólogos estudian y de cómo las estudian.
Para tal efecto, dividiremos nuestra tarea en tres apartados: lo exótico, lo necesario y lo propio.
Lo exótico
De cierta forma, la antropología es muy antigua, tanto, como las reflexiones del hombre con respecto a su propia naturaleza. Sin embargo, como ciencia la antropología apenas ha nacido. Es en los últimos cien años que, el estudio de la evolución y la cultura humana se ha convertido en un tema académico con características propias.
Comentemos, para empezar, cómo el hombre ha manifestado una inmensa capacidad para sorprenderse ante lo diferente, desconocido o extraño, y cómo esta capacidad es explotada para reflexionar sobre sí mismo. Esta sorpresa, derivada de su innata curiosidad, le ha ocupado una constante actividad intelectual y física, tanto en su búsqueda, como en el momento de enfrentarla. Es la curiosidad que despierta lo ajeno, sobre todo cuando es muy diferente a lo propio. Herodoto, Platón, Aristóteles y muchos otros pensadores de su tiempo son ejemplos singulares de este afán por entender lo propio y lo ajeno.
Sin embargo, el motor que impulsó de manera más decisiva el interés por otras culturas fue, sin duda, el viaje y el conocimiento derivado de él. Marco Polo, Cristóbal Colón y Cabeza de Vaca fueron algunos de los viajeros que dieron luz a Occidente acerca de la dimensión real de la humanidad. Fue entonces, cuando al ser estimulados por el descubrimiento de nuevos continentes habitados por "gente extraña", los europeos acrecentaron su interés por otras culturas, y es aquí donde podemos rastrear los primeros intentos de una explicación antropológica. Se trata de un estudio casi enciclopédico guiado por el exotismo y el colonialismo, que pretende hacer más comprensibles las diferencias entre los seres humanos.
Los incipientes estudios antropológicos, presentes en el horizonte europeo de los primeros informes de los misioneros y colonos españoles, obedecían a una necesidad de expansión imperialista; en ellos, los pueblos colonizados eran vistos como "exóticos" y "extraños", en un esquema clasificatorio que los convertía en "primitivos" y "salvajes", en oposición al carácter de "civilizados" que los europeos tenían para sí mismos.
No se debe perder de vista este contexto que, hasta finales del siglo XVI, colorea los razonamientos de tal antropología, misma que lleva a que el cuestionamiento de los otros termine siendo un cuestionamiento de ellos mismos, de los europeos.
Las opiniones con respecto a los primitivos y salvajes eran variables: desde la negación total de la existencia de razón o alma en los colonizados, reduciéndolos a simples animales con rasgos físicos parecidos a los civilizados, hasta opiniones que dejan ver un cierto humanismo, en defensa de un conjunto de capacidades generalizadas para todos los hombres, incluyendo a los colonizados. Esta última opinión, fue defendida por pensadores como Fray Bernardino de Sahagún en el siglo XVI pero, sobretodo, por Rousseau y Buffon durante el Renacimiento, sin abandonar del todo la idea del colonizado como salvaje y primitivo.
Es así como las primeras explicaciones acerca de las diferencias culturales se establecieron en un esquema que, siglos después, habría de ser decisivo para el nacimiento de una antropología científica, en sentido moderno.
Rousseau prevé la antropología como estudio de las diferencias, pero no para quedarse en ellas, sino para lograr el conocimiento del hombre, "la ciencia común de los sabios": ...Para estudiar a los hombres hay que mirar cerca de uno mismo, pero para estudiar al hombre hay que aprender a mirar a lo lejos. En primer lugar es preciso observar las diferencias para descubrir las propiedades...
Lo necesario
Hay una diferencia básica entre el punto anterior y este: la necesidad de conocer a los otros como exóticos dio paso a la necesidad de comprenderlos para poder convivir con ellos. Ante la imposibilidad de los colonizadores de incorporar en su cosmovisión a los pueblos recién descubiertos, surge la necesidad de clasificarlos. Con estas bases, e influenciada por la Evolución de las Especies de Darwin publicada a mitad del siglo XIX, es que la antropología toma como su principal teoría al evolucionismo. Se trata de una interpretación particular de las ideas de Darwin, en la que los seres humanos son ubicados en una determinada etapa de desarrollo, de acuerdo con un conjunto de características establecidas previamente que van de lo más simple a lo más complejo.
Este tipo de reflexiones inicia una tarea que tendrá fines cada vez más utilitarios: el estudio de aquellos grupos con los que ahora se tiene que convivir y para los cuales se tendrán que elaborar estrategias de asimilación, integración, exterminio, etcétera.
Este tipo de reflexiones inicia una tarea que tendrá fines cada vez más utilitarios: el estudio de aquellos grupos con los que ahora se tiene que convivir y para los cuales se tendrán que elaborar estrategias de asimilación, integración, exterminio, etcétera.
El conjunto de investigadores que publican sus obras en la segunda mitad del siglo XIX, haciendo hincapié en el progreso de las culturas humanas, pueden ser reconocidos como los fundadores de la antropología moderna. En este sentido destacan E. B. Tylor, Lewis Henry Morgan y James Frazer, entre otros. Muchas de sus investigaciones recuperaban información de bibliotecas, informes de viajeros, documentos históricos y fuentes indirectas. Sin embargo, en poco tiempo le dieron rigurosidad científica a la antropología realizando investigaciones en los lugares mismos donde sucedían los acontecimientos. Se inaugura así una de las principales técnicas de estudio que caracterizan a la antropología: el trabajo de campo intensivo o trabajo etnográfico. Ejemplo de ello, es el trabajo pionero de Franz Boas y Bronislaw Malinowski, en la primera mitad del siglo XX, que sienta las bases para la institucionalización de la antropología.
Además de una técnica, ofrecieron una metodología innovadora sustentada en un análisis más universal de las cualidades de las culturas: el método comparativo.
El método comparativo, es decir, las comparaciones entre diferentes culturas o entre partes de éstas (economía, religión, parentesco etcétera), o simplemente entre elementos culturales, ha gozado de gran popularidad en la antropología; casi podría decirse que es su razón de ser y lo que la diferencia de otras disciplinas sociales. La tradición antropológica ha considerado que dicho método desempeñaba la misma función que el método experimental en las ciencias naturales, y que, tarde o temprano, este instrumento inductivo basado en la comparación permitiría la formación de leyes generales sobre la cultura.
El uso de estos instrumentos marca un cambio en la dirección de la investigación antropológica. Ya se sabía quienes eran, dónde estaban y que hacían esos hombres o grupos humanos objeto de estudio; ahora se necesitaba saber cómo lo hacían y cómo funcionaba esto. Nace entonces la idea de aproximarse a la cultura haciendo metáforas de conceptos tomados de otras ciencias, como la biología y la lingüística clásica, tales como organismo y estructura. La cultura es estudiada entonces en un tiempo y espacio determinados, un aquí y ahora, y cada elemento juega un papel específico para mantener el funcionamiento adecuado del organismo o estructura.
A partir de aquí, se sientan las bases para la especialización en el estudio de la antropología. Es decir, cada parte constitutiva de este organismo o cada sistema articulado de la estructura, requerirá de un trato especial acorde con sus características. La antropología deja de ser una ciencia enciclopédica para transformarse en una ciencia integral en la que cada especialidad se articula para dar una explicación más comprensible de los fenómenos humanos.
Lo propio
Podrían distinguirse dos tiempos importantes en la historia del pensamiento antropológico: el primero sería el momento en qué el hombre reconoce al otro "exótico" en cuanto hombre, pero como ser diferente; el segundo tiempo, sería el momento en el que el otro es reconocido como semejante; es entonces, cuando el antropólogo vuelve la mirada hacia su propia cultura.Ya se sabía quienes eran, dónde estaban, qué hacían, cómo lo hacían y cómo funcionaban; ahora estas mismas interrogantes debían ser aplicadas a la propia cultura.
Los pueblos colonizados fueron los primeros en vivir esa experiencia porque fueron los primeros en padecerla; por su parte, los colonizadores más o menos embebidos en el modelo evolucionista y antes de que existiera éste, persuadidos de ser portadores de un modelo de civilización universal, sólo vieron en la diferencia una forma primitiva o deformada de su propia identidad. Los colonizados vivieron, en medio del dolor, una triple experiencia relacionada con el descubrimiento del otro y que hoy nos es común a todos: la experiencia de la aceleración de la historia, encogimiento del espacio y de la individualización de los sentidos.
Las mismas preguntas se refuncionalizan con respecto a las nuevas perspectivas, exigencias teóricas y prácticas del mundo contemporáneo.Surgen entonces, los primeros estudios de antropología urbana en la segunda mitad del siglo XX donde se hace patente la necesidad de cuestionar la antropología desde la antropología misma. Sin dejar de lado las clásicas investigaciones sobre los pueblos culturalmente diferentes, se busca complementarlas en esta nueva dimensión científica.
Hemos visto de manera implícita en estas líneas cómo los hechos históricos son determinantes para el desarrollo de la antropología. Llegado este punto, esto parece aún más evidente. Veamos por qué.
La extensión de la urbe, la multiplicación de las redes de transporte y comunicación y la uniformización de ciertas referencias culturales, la mundialización de la información y la imagen, modifican la relación entre las diferentes culturas e incrementan las complicaciones para conocerlas.
El problema principal al que se enfrenta hoy la antropología es el de conciliar lo universal del mundo contemporáneo con las particularidades de cada cultura. Sus métodos y sus reflexiones le dan facultades para resolverlo, por lo que la antropología se hace más que nunca necesaria.
A continuación contesta los siguientes puntos, anota tus respuestas en tu cuaderno y entrega el reporte con tu maestro:
I) Describe el desarrollo y campo de estudio de la Antropología
II) ¿Qué es lo Exótico en la Antropología?
III) ¿Qué es lo Propio en la Antropología?
IV) ¿Qué es lo Necesario en la Antropología?
Nota: Para Concluir tu Actividad entra al Foro de Debate “ ¿La Antropología es una Ciencia en México?”, Intercambia puntos de vista, discute con varios de tus Compañeros y lleguen a Conclusiones.
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